MLS Miami, ¿el cuento de la buena pipa?

 

Blanco

La dirección de la MLS comienza a perder la paciencia con David Beckham y su proyecto de contar con un equipo en la ciudad de Miami. Días atrás la liga confirmó algo que ya se presentía y casi se tenía por confirmado. El único nuevo equipo en la temporada 2018 será Los Angeles FC; nada hay que informar sobre el potencial club en el sur del estado de Florida en este momento.

Esta situación fuerza a que la Major League Soccer tendrá que volver a emplear un calendario desbalanceado el año próximo dentro de una competición que contará con 23 equipos. Los gestores del proyecto en Miami no han estado a la altura del proyecto hasta el momento y en el aire flota la sensación de que la suerte del que apuntaba a ser un conjunto de élite dentro de América del Norte ya está echada.

«Me siento frustrado», dijo días atrás el comisionado de la MLS, Don Garber, en el marco de una conversación con el podcast presentado por Max Bretos y Herculez Gomez en ESPN. «Todavía tengo confianza en el mercado de Miami y espero que podamos hacer algo allí», agregó, a la vez que lanzó una elíptica advertencia al grupo inversor. «Tenemos ahora a doce ciudades que quieren entrar a la Major League Soccer. Así que ni siquiera de manera remota estoy preocupado sobre lo que podría pasar si finalmente no tenemos un equipo en Miami».

En este momento de euforia y de alta demanda de parte de empresas y poblaciones que quieren subirse al tren de la MLS queda claro que la liga puede prescindir de Miami. «Todavía no hemos desarrollado el proceso para contar allí con la potencia de empuje de los grupos de aficionados que sí existen en una cantidad de esos doce mercados de expansión», prosiguió Garber. «Las retos en Miami están vinculadas con saber si tenemos el plan de estadio adecuado, que pueda ser financiado de manera efectiva, y si el grupo propietario y nosotros podemos ponernos de acuerdo y confiar en que esto será exitoso».

«Es importante no confundir el éxito potencial de un mercado con las oportunidades de negocio que pueden brindar un estadio y la estructura de propiedad», concluyó el comisionado. «Y creo que eso es algo que se está enturbiando un poco en los debates que enfrentan a Miami con cualquiera de los otros doce mercados».

¿Hace falta decir las cosas de una manera más clara?

Nada avanza, nada se hace público. Tampoco nadie habla en público del tema. MLS Miami es una iniciativa estancada desde hace tiempo. La última gran noticia -y de esto hace ya más de un año- se produjo cuando Miami Beckham United anunció que había escogido un solar en el barrio de Overtown para levantar su estadio. Pero para que esa obra se pueda iniciar el grupo inversor necesita adquirir tierras adicionales de propiedad pública.

Ante la inacción de la empresa privada las autoridades locales -que nunca se mostraron demasiado favorables a apoyar la llegada de una franquicia de la MLS– analizan seriamente la posibilidad de romper los acuerdos alcanzados con el exfutbolista inglés y sus allegados.

Xavier Suarez, el comisionado del condado de Miami-Dade, expresó esta semana que el terreno en el que Beckham está interesado debería ser destinado a la construcción de viviendas de protección oficial, destinadas a familias de ingresos moderados.

«¿Cuánto tiempo más vamos a seguir negociando antes de que decidamos de que esa tierra tiene que estar disponible para hacer viviendas?», dijo Suarez en una reciente reunión gubernamental, según el periódico Miami Herald. «¿Vamos a tener que esperar a esta gente para siempre antes de poder usar estos terrenos para otro propósito?», habría inquirido el funcionario.

 

El alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, se expresa públicamente como dispuesto a vender al proyectado club de fútbol el terreno necesario, pero todo apunta a que hace tiempo que no existe una conversación efectiva entre ambas partes sobre este tema.

 

Becks y su entorno sigue en una casi eterna búsqueda de inversores que financien la construcción del estadio específico, valorada en unos 200 millones de dólares. A través de un comunicado oficial fechado el 28 de febrero Miami Beckham United manifestó que sigue «progresando en el objetivo de tener un equipo en 2019».

En dos años -entonces- Miami debería tener un nuevo estadio, o al menos un acuerdo que de manera temporal le permita jugar en un escenario como, por ejemplo, en el Hard Rock Stadium. En dos años, Beckham tendría que tener contratados a una treintena de futbolistas y a un cuerpo técnico. Por no hablar de una secretaría técnica, visores, preparadores físicos, encargados de mercadeo.

Si no lo consiguió desde febrero de 2014 hasta el día de la fecha, ¿por qué creer en en los próximos meses la cuestión puede cambiar de una manera tan radical?

Nadie en la historia de los equipos en expansión de la MLS ha contado con mayores ventajas económicas que David Beckham. Cuando cualquier equipo debe pagar una cuota de entrada a la liga de al menos 150 de dólares al volante inglés se le acordó graciosamente una cuota de acceso de 25 millones. En otras palabras, el británico tiene (¿tuvo?) en sus manos la posibilidad de cerrar un negocio brillante a precio de ganga.

 

Que alguien venga y explique cómo hará Miami Beckham United para romper la rutina generada en esa ciudad, que hace que esto se parezca más al cuento de la buena pipa que a una negociación con cara y ojos. O, mejor… ¿Cómo hará Miami para justificar que merece un equipo de la MLS tanto como sus ahora ‘rivales’ Cincinnati, Sacramento, St. Louis o San Diego?

Imagen: En blanco. La nada. No hay foto o diseño con el que se pueda explicar lo que pasa en Miami sin repetir lo que ya hemos usado con anterioridad.

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