
El vínculo entre Joseph Blatter y la MLS nunca fue sencillo. El renunciado (aunque todavía activo) presidente de FIFA parece haber tenido siempre a mano una lista de duros reclamos hacia la liga americano-canadiese. Y jamás le ha faltado oportunidad para hacer que sus críticas lleguen con toda la amplitud posible a los responsables del torneo.
La Major League Soccer -una competición construida y dirigida por grandes inversores- no ha dado espacio a los grandes homenajes en vida que sí han sido frecuentes para el veterano directivo en otras regiones del mundo, donde estadios, salas de conferencia y hasta alguna cátedra universitaria llevaron (llevan) su nombre. Mucho menos ha permitido que Blatter y FIFA se entrometan en el negocio que la hoy floreciente liga ha conseguido generar.
Varias son las especulaciones que sobre este tema se pueden establecer. Pero parece claro que la MLS jamás fue la liga preferida de Blatter.
En primer lugar, porque la Division I norteamericana no sigue el mal llamado calendario internacional de la FIFA, que es la norma para las ligas europeas. En 2009, dos años después del arribo de David Beckham a la MLS, Joseph Blatter hizo un enérgico llamado para que la categoría principal de Canadá y Estados Unidos se articulara en una liga que se extendiera de agosto a febrero.
El suizo opinaba por ese entonces que la Major League Soccer estaba demasiado atada a la infraestructura de otras grandes ligas. «Hay un problema muy grande allí, y ellos lo saben. Los organizadores saben que mientras no tengan sus propios estadios tienen que usar los de otro deporte, como el football americano. Con una temporada entre marzo y octubre no estás dentro de la llamada ‘buena temporada internacional’. El resultado es que no conseguirán atraer a jugadores estelares de Europa para jugar por solamente seis o siete meses, salvo el caso excepcional de Beckham.»
«Los mejores jugadores (de Estados Unidos) actúan en Europa», señaló Blatter durante la Copa Confederaciones de 2009. «Tomas a sus 23 jugadores y la mayoría de ellos juega en Europa, o sea que esta no es la solución adecuada para la MLS.»
El máximo jerarca del fútbol a nivel mundial describió en 2009 una situación bastante desfasada, fuera de tiempo. El cuadro que pintó el todavía presidente en ejercicio de la federación internacional correspondía más a la realidad imperante en la segunda mitad de los noventa que al final de la primera década del siglo XXI.
Cuando FIFA concedió a Estados Unidos la posibilidad de organizar la Copa del Mundo de 1994 creó un listado de exigencias. Una de ellas -tal vez la más importante- era la de crear una liga de fútbol profesional de primera división. Tras la debacle financiera de la primera versión de la North American Soccer League, llegó el turno de la Major League Soccer, que vivió su temporada inaugural dos años después de ese Mundial.
En sus primeras temporadas de existencia la MLS utilizó estadios e instalaciones deportivas de universidades y equipos profesionales de football americano y béisbol. Además, la liga se apartó de manera notable de las normas de la International Board con la intención de americanizar al soccer. Así, los partidos que finalizaban en empate eran definidos por penales, y el tiempo de los encuentros se medía con un reloj en cuenta regresiva, al mejor estilo de la NFL y la NBA.
Claramente, la MLS era por ese entonces una oveja negra en el ámbito del fútbol internacional, tolerada por CONCACAF y FIFA. En 1999 la directiva de la liga decidió regresar a las normas tradicionales y dio un paso importante hacia su consolidación definitiva en América del Norte con la construcción del primer soccer-specific stadium. El proceso de crecimiento de la Major League Soccer va desde ese entonces estrechamente ligado a la creación de los estadios específicos, que permitieron la independencia con respecto a las instalaciones preparadas para otros deportes y la generación de recursos propios.
Por eso el reclamo de Blatter en 2009 sobre la pretendida falta de infraestructura propia en la Major League Soccer fue bastante caprichoso. En 2010 la liga contaba con 16 equipos, 11 de los cuales jugaban como locales en estadios específicos. La temporada 2015 incluye a 20 franquicias, 15 de las cuales cuentan con un SSS. El año próximo, con la misma cantidad de clubes, los estadios específicos serán 16, luego de la inauguración del Orlando City Stadium.
Tampoco estuvo acertado el presidente de FIFA en cuanto a su pronóstico de que -de no mediar un cambio de calendario- no llegarían figuras internacionales a la MLS. En 2010 Thierry Henry firmó con New York Red Bulls, Freddie Ljungberg con Seattle Sounders, y Cuauhtémoc Blanco con Chicago Fire. La cantidad de estrellas latinoamericanas y europeas que recalan en la Major League Soccer va en aumento. En 2015 se han incorporado, entre otras, figuras del tamaño de Sebastian Giovinco (Toronto FC), David Villa (New York City FC) y Kaká (Orlando City SC). A falta de nuevos anuncios, en las próximas semanas llegarán los ingleses Frank Lampard (New York City FC) y Steven Gerrard (Los Angeles Galaxy).
Y una importante porción de los titulares habituales de la selección de Estados Unidos han regresado o han fichado por algún equipo de la MLS en las últimas dos temporadas. El caso más reciente es el de Jozy Altidore, actual Jugador Franquicia de Toronto FC.
Pese a que el presidente de FIFA no lo reconoce de manera pública la máxima categoría de Canadá y Estados Unidos se puso al día en materia de estadios. Y su calendario ‘a contramano’ del fútbol europeo no ha sido óbice para que la Major League Soccer haya conseguido acoger a varios futbolistas relevantes de los torneos que se disputan en territorio de la UEFA.
«Tienen que jugar y adaptarse al calendario internacional. Si lo hacen, pueden tener éxito. Lo dije muchas veces. Y hablé sobre esto cuando todavía era secretario general de FIFA, y nada ha cambiado en Estados Unidos», insiste desde hace años Sepp Blatter. Si bien en 2014 Don Garber -comisionado de la MLS– explicó que él y sus colaboradores estudiaron la posibilidad de incorporar un calendario ‘a la europea’ con un par de períodos de receso, el proyecto fue dejado de lado por tiempo indeterminado.
Varios de los actuales mercados de la liga (las tres ciudades canadienses presentes en la MLS, Chicago, New York, Boston, entre otras sedes) hacen muy complicada -por no decir imposible- la práctica del fútbol en estadios al aire libre entre los primeros días de diciembre y el inicio de marzo. Pero el clima no es la única barrera que la Major League Soccer no puede -y seguramente no quiere- romper.
El actual formato de temporada regular (desde inicios de marzo a finales de octubre) otorga una ventana mediática difícil de igualar. Gran parte de la liga -la fracción más importante, con toda seguridad- se lleva a cabo desde el final de la primavera y el inicio del otoño. No solamente eso es sinónimo de buen tiempo, sino de poca competición con otras actividades deportivas. De hecho, la única competición real en los estadios y en las pantallas de TV es la MLB, las Grandes Ligas de béisbol (un torneo con una popularidad decreciente en varios estratos de la sociedad norteamericana).
De adoptar el calendario internacional de FIFA la Major League Soccer tendría que enfrentar una competencia mucho más potente durante todo el año. Concretamente, el baloncesto y el football universitarios, la NFL, la NBA y la NHL (sin dejar de lado a las grandes competiciones de fútbol en Europa y América Latina). Alinearse con el fixture europeo significaría para la MLS perder la actual ventana mediática que acaba de conquistar.
La liga estrenó este año nuevos convenios de TV. Los mismos -en una situación sin precedentes- permiten que uno o dos partidos se vean cada viernes por la noche a nivel nacional a través de las cadenas de Univision, y que dos o tres encuentros se vean cada domingo en todo el país gracias a las transmisiones de ESPN y Fox Sports. La liga -que batalló durante años por tener un lugar ‘fijo’ en la televisión para sus partidos- no parece dispuesta a cambiar el actual estado de las cosas, ni siquiera a instancias de un pedido de FIFA.
El segundo punto de conflicto entre el presidente de FIFA y la liga aparece cada vez que Joseph Blatter se refiere al nivel de popularidad de la Major League Soccer. En 2012 el hoy cuestionado líder del fútbol mundial concedió una entrevista a Al Jazeera TV. Durante la misma el mandatario se despachó a gusto. «Pensé que era una cuestión de tiempo — hicimos allí la Copa del Mundo en 1994. La MLS ya tiene 18 años, así que eso ya debería haber pasado. Pero todavía le cuesta trabajo ser un torneo popular. No existe una liga profesional demasiado fuerte (en Estados Unidos). Apenas tienen la Major League Soccer, pero no tienen ligas profesionales reconocidas por la sociedad americana.»
Una vez más, Blatter vuelve a pecar por ignorante. O, quizás, por malintencionado. El veterano ejecutivo desconoce u oculta el innegable crecimiento que la ‘primera división’ del fútbol norteamericano evidencia, especialmente en los últimos diez años.
La Major League Soccer es hoy tan popular como la Major League Baseball entre los adolescentes de Estados Unidos. Un país que fue el segundo a nivel mundial en ventas del videogame FIFA 14; una gran parte de sus usuarios prefiere jugar con equipos de la MLS antes que con clubes de otras partes del mundo. Y la temporada 2014 arrojó un promedio general de casi 20.000 espectadores por partido, una cifra nada despreciable en comparación con los registros europeos y sudamericanos.
La declaración de Blatter, además, pasa por alto la existencia de la NASL y la USL (consideradas como la segunda y tercera división, respectivamente, en Estados Unidos y Canadá). Podrán gustar más o menos las realidades de estas competiciones, pero lo que el mandamás de FIFA no debería hacer es obviar la existencia de ambas en un medio de comunicación de alcance mundial.
Todo indica que Blatter no está demasiado interesado en la evolución del soccer profesional en Estados Unidos. El directivo no visita el país desde 2011, pese a que la Unión tal vez hoy sea el mayor mercado en expansión desde lo comercial para el fútbol a nivel mundial. Antes de las detenciones de algunos de sus colaboradores más próximos prometió estar presente para la Copa América Centenario de 2016, un torneo de selecciones que, como la máxima plana de FIFA, parece estar disolviéndose en medio de la polémica y las investigaciones policíacas y judiciales.
Ni FIFA ni sus máximos responsables han cuestionado jamás que el torneo de primera división de Brasil se dispute entre mayo y diciembre. Tampoco se han preocupado por el hecho de que la apertura del mercado estival en Europa haya dejado en más de una ocasión a muchos equipos diezmados dentro de la Série A de la máxima potencia sudamericana. Algo más al sur, en Argentina, la nueva liga se lleva a cabo entre febrero y diciembre. A partir de este año, con tres decenas de equipos participantes, luego de un ascenso masivo de 10 clubes a fines de 2014. La jerarquía de la federación internacional cuestionó o cuestiona estas situaciones. ¿Por qué sí lo hacen -especialmente en el caso de su presidente- con la Major League Soccer?
En contra de la realidad, en contra de las posibilidades razonables y de la conveniencia mediática y económica de la MLS, Joseph Blatter se mantiene en su posición hostil ante la más importante liga profesional en Norteamérica. En un movimiento todavía no debidamente explicado el presidente de FIFA aseguró en agosto de 2014 que la MLS había decidido adoptar el ‘calendario europeo’. La explosiva declaración, rápidamente desmentida por la liga, se produjo en Toronto; las palabras textuales del presidente fueron: «la MLS ha tomado la decisión — aunque no se cuándo comenzarán — de adoptar el calendario FIFA».
¿Qué intereses defienden Blatter y la FIFA en este tema? Definitivamente, no los de la Major League Soccer. La primera división y SUM -su empresa comercial- son actores muy importantes dentro de la explosión de popularidad de la que el fútbol goza en este momento en Estados Unidos, sin demérito por lo aportado por otras ligas, las distintas selecciones nacionales y de los innumerables amistosos internacionales que cada año se disputan en el territorio nacional.
Cada vez que le ha sido posible (aunque no siempre lo ha conseguido) la MLS ha dejado de programar una fecha de su competición local durante una ‘jornada FIFA’. Durante la Copa del Mundo de Brasil la liga realizó un receso de dos semanas para otorgarle máxima visibilidad al evento internacional. Son señales de que, incluso con algún grado de resistencia, los responsables de la Major League Soccer se han mostrado dispuestos a tender puentes con Zurich. Pero, al menos durante la ‘era Blatter‘, esas declaraciones de buena voluntad fueron respondidas con desprecio y hostigamiento de parte del organismo rector del fútbol a nivel mundial.
El jefe del fútbol universal comienza su salida de escena con una estela de situaciones cuestionables, no debidamente aclaradas, sobre sus espaldas. Dentro de las muchas cosas poco entendibles que FIFA ha hecho en años recientes seguramente están la persecución, la poca valoración y la falta de reconocimiento de la que ha sido objeto la Major League Soccer, un torneo que -literalmente- nació de la nada hace veinte años y hoy es un actor de considerable importancia dentro del continente americano.