La tituló «1,834 Days», y es la columna en la que Christian Pulisic ventiló su frustración, su enojo y su esperanza tras no clasificar al Mundial de Rusia 2018.
¿Y por qué es importante?, porque Pulisic, (19 años) cada vez más influyente en el Dortmund de la Bundesliga, es la figura actual y mayor esperanza del fútbol estadounidense.
Así que sin más preámbulo nos dedicamos a traducir (Traducción de @jrojasa75) la pieza – publicada en The Players Tribune (Aquí el original en inglés) – para que el mensaje que luce honesto, directo y cautivador, llegue a más aficionados.
1,834 Días
En mi corazón, sabía que era el fin cuando caminábamos afuera del campo de juego. Creo que todos lo sabíamos. Existían todos estos escenarios matemáticos complicados, pero conocíamos el más grande: teníamos al menos que empatar. Teníamos que anotar ese último gol. Y luchamos por él como locos, hasta el mismísimo último minuto. Pero no lo conseguimos, y una vez no lo obtuvimos y salimos del campo – Bueno, ahí es cuando básicamente lo supe.
Supe que se había acabado.
Pero aún así tenía que confirmarlo. Le pregunté a uno de nuestros asistentes, ¿cómo quedaron los otros marcadores?
Esa era mi manera de evitar la pregunta que realmente tenía que hacer, pero no era capaz de hacerla. ¿Clasificamos?
Y nunca me voy a olvidar la cara o el tono de su voz, o el sentimiento devastador en mi cuerpo cuando él se giró hacia mí y dijo, “no vamos, no lo conseguimos. No vamos a estar en la Copa del Mundo”.
Final de la Copa del Mundo… Un minuto para terminar.. la pelota para el pie de Pulisic … y … anotaaaaaa.
Durante las pasadas semanas se han presentado muchas opiniones acerca de nuestro fracaso para llegar a la Copa Mundial. Y espero que la gente pueda entender por qué ninguna de esas opiniones ha sido la mía.
Jugar con Estados Unidos en la Copa del Mundo ha sido mi sueño de siempre desde que tengo memoria. Final de la Copa del Mundo… Un minuto para terminar.. la pelota para el pie de Pulisic … y … anotaaaaaa! – Eso era lo que soñaba. Para mí, ese ha sido siempre el pináculo de lo que puedo conseguir en este deporte.
Recuerdo estar viendo el Mundial de 2014 en el sótano de mi primo en Virginia. Hicimos una fiesta para el primer juego de Estados Unidos ante Gana y antes de que me pudiera sentar con mi comida, no lo olvidaré nunca: Clint hizo ese recorte lindo a su derecha, pasó la pelota a su pierna izquierda, remató contra el poste y la pelota fue adentro. 29 segundos del partido, Estados Unidos 1-0. Nos enloquecimos.
No pude creer el ambiente eléctrico tras ese gol. Fue como si el país entero estuviera con nosotros en ese sótano, corriendo alrededor con las manos en el aire, completamente desaforados y gritando a todo pulmón “goooooooooool, goooooooool”.
Fue esta increíble sanción de “wow, el fútbol de Estados Unidos puede hacer eso. Podemos hacer… eso”.
Así que haber recorrido todo esto en los recientes cuatro años desde que se anotó ese gol. Haber conseguido formar parte del equipo nacional y estar a un gol de clasificar… pero luego quedar cortos, duele más de lo que puedo poner en palabras.
Sí, nací con algo de lo que muchos llaman ‘habilidad natural’. Pero también trabajé y sacrifiqué mucho para intentar maximizar eso con lo que había nacido.
Por ello decidí esperar unas semanas y escribir algo como esto en mis propios términos. Tengo muchas ideas acerca del fútbol en Estados Unidos y definitivamente he querido darlas a conocer. Pero también quería asegurarme de que tenía tiempo suficiente, primero para tomar una pausa y reflexionar. Luego, para decidir que cuando quisiera escribir algo sería para mirar al futuro y no al pasado. Será para mirar al futuro.
Lo primero que quiero decir aquí obviamente, es que no soy un experto. Estoy seguro que existen muchas personas que saben mucho más que yo acerca de los programas de fútbol a nivel nacional. Y tengo la esperanza de que esas personas estarán al mando del fútbol en Estados Unidos de cara al próximo ciclo mundialista.
Yo solo soy un joven de 19 años en mi primer año completo como miembro del seleccionado nacional. Así que cualquier reflexión que pueda ofrecer está basada en lo que he experimentado y observado hasta ahora en mi carrera.
La segunda cosa que quiero decir es que no soy un prodigio, o un ‘niño maravilla’ como algunos dicen. Siempre fui en mi infancia un jugador decente. Y sí, nací con algo de lo que muchos llaman ‘habilidad natural’. Pero también trabajé y sacrifiqué mucho para intentar maximizar eso con lo que había nacido. Y creo que es importante recalcar eso.
Creo que es importante dejar en claro que el problema del fútbol en Estados Unidos no es de talento. De hecho, estoy seguro que hay niños que estarán leyendo este artículo que son más talentosos de lo que yo nunca fui a sus edades.
Y la tercera cosa que quiero decir es que amo el fútbol estadounidense. Algo que puede sonar obvio, pero creo que mucha gente tiene esta extraña idea acerca de los jugadores del seleccionado estadounidense que han crecido en Europa. Dicen que de alguna manera somos menos apasionados acerca del fútbol en nuestro país o menos ‘Estadounidenses’ al respecto.
Es una actitud peligrosa en general, tener un punto de vista cerrado de lo que es o no es la constitución de ser estadounidense.
Dicen que somos estos ‘campaneros’ o algo parecido, foráneos traídos como una especie de forma para vencer a los equipos europeos. Y eso no podría estar más lejos de la verdad.
Realmente me frustra gente que dice: “Él es apenas estadounidense”, o “Creció en la academia del Dortmund”, o cosas de ese estilo.
Primero que todo, no es cierto. Hasta que tuve 16 años crecí en el sistema juvenil estadounidense. Hice todos los campamentos, las academias, los programas de residencia, los equipos viajeros y todo lo demás que el sistema ofrece. Seré siempre parte de ese sistema y tendré una deuda eterna con ello.
Segundo, creo que esa es una actitud peligrosa en general, tener un punto de vista cerrado de lo que es o no es la constitución de ser estadounidense. Y tengo la esperanza de que sea una actitud que podamos mantener afuera de esta conversación en el futuro.
Cuando me preguntan cuál ha sido el punto de quiebre en mi carrera, cuando me preguntan cuál es aquel elemento que ha tenido el mayor impacto en mi fútbol hasta ahora. Esa no es una pregunta fácil de responder. He tenido una gran fortuna al contar con padres que me apoyan extremadamente, increíbles academias de fútbol juvenil, increíbles compañeros de equipo y mucho más.
Pero, una cosa que no estoy seguro de que la gente capta cuando hablan acerca de mi carrera, es lo suertudo que he sido de tener un pasaporte Croata y la gran diferencia que ello ha hecho en mí.
Como resultado de mi doble nacionalidad he podido jugar en Europa, entrenar en la academia del Dortmund desde que tengo 16 años.
¿Sin ello?, hubiera tenido que esperar hasta los 18 años. Y para un jugador de fútbol… man, pregúntele a cualquiera y les dirá que esos años de 16 a 18 son todo. Desde la perspectiva de desarrollo, es como el punto dulce. Es la edad en la que prácticamente se interceptan el crecimiento y la habilidad de un jugador. Y cuando, con la dirección correcta, un jugador puede dar el mayor salto de desarrollo hasta entonces.
En el sistema estadounidense, mu frecuentemente el mejor jugador en un equipo de menores de 17 años es tratado como una estrella – sin tener que trabajar tanto por la pelota, es el objetivo de su ataque, etc. Mientras que en esa edad en Europa, el promedio de habilidad alrededor tuyo a esa edad es mucho más alto. Se trata del grupo de jugadores que han sido todos “el mejor”, y cada quien pelea por un puesto en serio cada una de las semanas.
Esto crea la intensidad y humildad que tienes que traer al campo de juego todos los días. Tanto desde el aspecto mental como físico. Justo algo muy diferente a cualquier cosa en la que te puedas apoyar en la experiencia del crecimiento futbolístico estadounidense.
Sin esas experiencias, simplemente no hay forma de que yo estuviera a un nivel ni siquiera cercano al que me encuentro. Así que me imagino: ¿por qué a los jugadores europeos se les permite jugar en otro país cuando tienen 16 años, pero a los no europeos solo se les permite después de los 18?
El camino para que Estados Unidos gane una Copa del Mundo no comienza con tener ‘más talento’, comienza desarrollando, de la forma correcta, el talento que ya tenemos.
¿Por qué no hacemos campaña por una igualdad de competencia en la que nuestros mejores jugadores de 16 años (quienes probablemente no tengan pasaporte europeo, a diferencia mía que lo tengo) puedan ir a jugar a otros países como sí lo pueden hacer los europeos?
Mientras tanto (mientras algunos de nuestros mejores jugadores de 16 años no tienen esas oportunidades que yo tuve) ponemos todo de nuestra parte para asegurarnos que el nivel de competición en Estados Unidos es suficientemente alto para que ellos se sigan desarrollando al máximo de su potencial. De esa manera se siguen desarrollando hasta que se les permita jugar al nivel más alto que su talento permite, donde sea que ello signifique en el mundo.
Entiendo también, por su puesto, que aún con la oportunidad de irse, dejar Estados Unidos puede no ser para todos. Quedarse en casa está bien y yo lo respeto igual. Pero al mismo tiempo, tengo que decirlo: me frustra mucho ver en MLS muchos de nuestros mejores jugadores menores de 17 años (de nuevo, muy talentosos y capaces) puestos en las nóminas pero sin entrar realmente al campo de juego. Cuando veo eso y pienso en como a mí me dieron una oportunidad, una verdadera oportunidad que cambió mi vida. ¿Por qué entonces parecemos tan dubitativos a la hora de permitir que estos otros talentos florezcan?
En fin, no estoy seguro cuáles son las respuestas a todo esto. Pero sigo creyendo que son preguntas valiosas para hacerse. Y estoy seguro de algo: El camino para que Estados Unidos gane una Copa del Mundo no comienza con tener ‘más talento’, comienza desarrollando, de la forma correcta, el talento que ya tenemos.
Otra cosa en la que he estado pensando es la idea de la cultura de fútbol en Estados Unidos.
Fútbol es… esta forma de vida en otros países, es parte de quienes son y lo que hacen. Hay esa sensación de identidad que creo se hornea en el fútbol global, que toca a todo el mundo y conecta a todo el mundo.
Si el club de tu ciudad está siendo exitoso, o si el equipo nacional es exitoso, hay esa sensación de orgullo personal que viene con ello. Yo vi una chispa de ello con aquel gol de Clint en 2014. Se sintió casi como un momento que cambió el estado anímico de todo el país. Y es difícil de poner en palabras lo poderoso que eso es.
Y por eso es que me siento devastado de que no podremos ofrecer esa sensación a la gente el próximo verano.
Algo que creo es importante de remarcar (aún después de nuestra terrible derrota y aún cuando todo el mundo habla de lo que está mal en el fútbol de Estados Unidos) nuestra cultura futbolística en Estados Unidos va creciendo todo el tiempo.
La MLS ha conseguido grandes avances como liga en los años recientes y han aparecido varios mercados increíbles para el fútbol. Basta con mirar lo que se ha hecho en ciudades como Portland y Seattle; lo que construyen en lugares como Atlanta y Cincinnati; lo que pasa actualmente con el movimiento que intenta mantener el equipo en Columbus. Todo ello es inspirador.
La atmósfera que tuvimos saliendo al campo en Orlando, en ese estadio para nuestro partido de clasificatorios ante Panamá, fue algo como nunca lo había experimentado en Estados Unidos. Esos aficionados fueron increíbles y yo estaba muy orgulloso de ser parte de ese encuentro. Se sintió como si realmente todos estuvieran trabajando juntos esa noche para construir algo especial.
Y no es solo los aficionados estadounidenses de nuestro fútbol ahora que es inspirador. Para mí también lo es la cantidad de personas estadounidenses que viven el fútbol de otras partes. Encontrarse a un niño con una camiseta de Pulisic del seleccionado es una cosa. Y es obviamente emocionante. Pero encontrarse un niño con una camiseta de Pulisic, ¿del Dortmund? Eso es otra cosa completamente diferente.
Cuando empecé a verlo, man, fue cuando verdaderamente caí en la cuenta que este es un país donde la gente comienza a tomar el fútbol seriamente en un nivel global.
Y para mí, el nivel global es el próximo gran paso para nuestro país. Porque es allí donde el fútbol deja de ser esta cosa ‘nueva y de moda’, esta ola que es parte de nuestras vidas cada cuatro años, y se convierte en algo mucho mejor que eso. Se convierte en parte de nuestra cultura.
Cuando chico, mi papá y yo solíamos jugar H-O-R-S-E en nuestro parqueadero, básicamente todas las noches. Yo llegaba a casa de entrenar, tomábamos la pelota de basketball y jugábamos. Juego, tras juego, tras juego. Simpático porque la idea era que fuera solo diversión. Después de un día de tomar el fútbol tan en serio, llegar a casa y lanzar la pelota de basketball para divertirse. Pero, man, yo nunca pude, nunca pude hacerlo solo por diversión, yo tenía que ganar.
Solo quiero que cada aficionado al fútbol en Estados Unidos que lea esto entienda que sin importar las decisiones que se tomen en los próximos años, sin importar los cambios que se implementen, sin importar quien sea el entrenador o cómo luzca la plantilla: voy a estar obsesionado con ganar.
En serio, era como esta cosa que no importaba cuantas veces seguidas mi padre me ganara al H-O-R-S-E una noche cualquiera. Yo tenía que seguir jugando y jugando hasta que al menos ganara una vez. Algunas noches honestamente, lo tomaba incluso más en serio que los entrenamientos de fútbol. No sé como más describirlo sino como obsesión, era una obsesión para mí ganar al H-O-R-S-E.
Y mientras más pienso en ello, saben qué, he sido así toda mi vida. Obsesionado con ganar. No importa lo que haga. No importa si era un juego de H-O-R-S-E con mi papá; o alcanzar la bandera de niño, o jugar FIFA con mis amigos, o un partido con el Dortmund. La idea de necesitar ganar me consume.
Esto no significa que he ganado todo el tiempo, ni siquiera soy tan bueno jugando FIFA. Pero me pone tan malhumorado, me consume tanto. Si hago algo, quiero entonces ser el mejor en ello. No estoy seguro lo que eso significa, pero eso es lo que soy. Es lo que siempre he sido.
Y no voy a mentir, he estado bastante deprimido el último mes. Pensar en esperar otros cuatro años. Solo tener el sabor de perder nuestro último partido clasificatorio, descubrir si vamos a estar en la próxima Copa Mundial, man. Es duro. Cuatro años, se siente como toda una vida.
Es decir, en el fútbol cuatro semanas se pueden sentir como una vida. Miren mis más recientes cuatro semanas: Fallar para clasificar al Mundial, primera derrota en la liga, perder con Bayern en casa y ahora enfrentar el duro compromiso de calificar a la ronda de eliminación directa para la Champions League. Para alguien obsesionado con ganar, recientemente me ha tocado mucha derrota.
Solo quiero que sepan que sigo igual de obsesionado. Solo quiero que cada aficionado al fútbol en Estados Unidos que lea esto entienda que sin importar las decisiones que se tomen en los próximos años, sin importar los cambios que se implementen, sin importar quien sea el entrenador o cómo luzca la plantilla: voy a estar obsesionado con ganar. Voy a estar obsesionado con hacer mi parte para ayudar a que el fútbol en Estados Unidos salga del bache.
Porque sí, está bien. No vamos a estar en la Copa Mundial. Pero habrá otro Mundial después de ese y otro después de ese y uno más tras ese. Y creo, tengo la esperanza, de que podremos construir algo aquí en el fútbol estadounidense que no será solo acerca de perder un juego o un ciclo mundialista, o un equipo. Será acerca de un país entero, empujando alrededor de un deporte de forma que el movimiento sea duradero.
Así que planeemos para ello, luego, 2022. Alisten sus sótanos y marquen el calendario. Allí estaremos.