La de 2015 no fue la temporada que Toronto FC esperaba. Más allá de conseguir la primera clasificación a los playoffs desde su llegada a la MLS el equipo escarlata terminó por decepcionar a buena parte de la liga tras la rápida eliminación de la postemporada en manos de su máximo rival.

Si bien el técnico Greg Vanney reconoció las fallas tácticas y la baja de rendimiento individual en el choque del jueves pasado en el Stade Saputo también ensayó algo que se pareció bastante a una evaluación liviana e indulgente tras la eliminación de su equipo.

«Este no es el mismo Toronto FC de toda la vida. Conseguimos clasificar a los playoffs, hicimos un montón de cosas este año, que no se pudieron conseguir en temporadas anteriores» señaló el entrenador nacido en Chandler, Arizona. «Este es un proyecto, es un proceso que requiere tiempo. Se supone que no tenemos que jugar tan mal como lo hicimos esta noche, pero los jugadores tienen que pasar por este tipo de situaciones. Seba, Jozy… Tienen que sentir de qué se trata el ambiente de los playoffs.»

No estamos frente al mismo TFC de toda la vida porque este año el club canadiense -por fin- consiguió a entrar a la postemporada. Modificaciones realizadas a la normativa de la liga permiten a partir de 2015 que seis equipos (en lugar de cinco, como ocurría hasta 2014) clasifiquen a los playoffs. Y los Reds entraron como el sexto equipo de la Conferencia Este, no como uno de los líderes de la zona.

El club de Ontario entró a la tierra prometida de la postemporada después de haber realizado inversiones fortísimas en su plantel por segundo año consecutivo. Este año Toronto contó con Sebastian Giovinco, Michael Bradley y Jozy Altidore, las figuras de uno de los dos o tres planteles más caros de toda la Major League Soccer.

El clásico del pasado jueves frente a Montreal Impact fue el partido más importante de este año para Toronto FC, y probablemente el más trascendente en todo su historial en la máxima categoría norteamericana. Didier Drogba y su troupe humillaron a una franquicia de Toronto que jamás presentó batalla, que defendió con muchísimo miedo, y que -en líneas generales- no quiso confrontar frente al representante de Quebec.

En 90 minutos el TFC pasó de ser un equipo galáctico a regresar al entorno de frustración que lo caracterizó en las últimas temporadas.

Frente a la debacle deportiva las declaraciones post partido de Greg Vanney fueron de circunstancia y estuvieron plagadas de corrección. Quizás demasiada corrección (¿De verdad alguien imagina que Giovinco necesita aprender de qué se tratan los playoffs en la MLS?). No existió una autocrítica profunda del head coach, quien simplemente se dedicó a enumerar las debilidades de su plantel ante un contendiente netamente superior en este momento del año.

Toronto FC tiene en Sebastian Giovinco a una figura alrededor de la cual podría construir un equipo auténticamente dominante por al menos un par de temporadas. Pero el italiano -por genial que sea- necesita estar más arropado. El plantel, que necesita refuerzos en todas las líneas, no puede repetir la fórmula del fútbol mesiánico aplicada en 2015 en la que la Hormiga Atómica se encargó de prácticamente todo. La franquicia canadiense no debería permitirse el lujo superfluo de no hacer efectiva en forma de títulos y finales la presencia del exJuventus en su plantel.

En su fugaz tránsito por los playoffs TFC lució improvisado, poco preparado, extremadamente vulnerable. ¿Renovará el equipo su confianza en Vanney, o buscará una alternativa más experimentada y de garantías en el banco de suplentes?

Esta semana Bill Manning, el nuevo presidente del equipo, encabezará el acto en el que se dará por cerrada la temporada 2015. Hay quien especula que el ejecutivo podría comenzar a brindar pautas de lo que puede pasar en una de las potencias económicas de la liga en 2016.

Fotografía: Toronto FC